sábado, 23 de mayo de 2015
Pedro abrunhosa ( se eu fosse um dia ao teu olhar)
Frio,
o mar
por entre o corpo,
fraco de lutar.
Quente,
o chão
onde te estendo
e te levo a razão.
Longa a noite
e só o sol
quebra o silêncio,
madrugada de cristal.
Leve, lento, nú, fiel
é este vento
que te navega na pele.
E Pedes-me a paz
dou-te o mundo
louco, livre assim sou eu
(um pouco mais...)
Solta-te a voz lá do fundo,
grita, mostra-me a cor do céu.
Se eu fosse um dia o teu olhar,
e tu as minhas mãos também,
se eu fosse um dia o respirar
e tu perfume de ninguém.
Se eu fosse um dia o teu olhar,
e tu as minhas mãos também,
se eu fosse um dia o respirar
e tu perfume de ninguém.
Sangue,
ardente,
fermenta e torna aos
dedos de papel.
Luz,
dormente,
suavemente pinta o teu rosto a
pincel.
Largo a espera,
e sigo o sul,
perco a quimera
meu anjo azul.
Fica, forte, sê amada,
quero que saibas
que ainda não te disse nada.
Pede-me a paz
Dou-te o mundo.
Pedro Abrunhosa
A UNA DESCONOCIDA
Hoy, que las nubes oscurecen el cielo
y la bruma se desplaza conmigo,
nos tropezamos en un lugar común.
Sin esperarlo, recibí de tus ojos
un rayo solidario de reconocimiento
y tus labios,-mujer anónima-,
dibujaron una leve sonrisa.
En segundos, devorada
por la marea humana, te perdiste.
Así, nunca sabrás que esa sonrisa
se hizo bonanza para mi tempestad
y ungüento de mis llagas.
He venido a manchar de gratitud
este papel, para guardar el sentir,
que engendró una mirada
-hecha soplo de brisa cálida-,
cuando flotando a la deriva,
me aferré al salvavidas de una sonrisa.
Sofía B.®
lunes, 18 de mayo de 2015
DE NOCHE, TODAS LAS GATAS SON PARDAS....
Me sonrió desde la barra del bar donde me había parado a tomar una copa. Adela, mi novia, acababa de dejarme, y estaba dolido –sobre todo en mis carnes propias-.
La sonrisa de aquella rubia, de boca dibujada en rojo carmín y pechos firmes que asomaban por los balcones del escote de una camiseta de estilismo impecable, aunque poco discreto, me levantó al momento "la autoestima". Después…, bueno, después cuando se acercó y me susurró al oído “me gustas mucho” acabó de levantármelo todo. La invité a la copa que estaba tomando, y me sugirió:
- ¿Nos tomamos la última en mi casa?.
No pude negarme y caminé a su lado, abrazándola, oliendo su pelo y probando sus labios una y otra vez, como anticipo de lo que vendría después. Luego, ya el cortejo; nada lento y progresivo, no; más bien urgente y desesperado. Fue entonces cuando tropecé con aquello, que no tendría que haber estado allí. Me paré en seco y la miré, esperando una explicación que me permitiese seguir.
- No te preocupes cielo, apenas me faltan 300 euros para financiar la operación.
Sonreía como un ángel mientras esperaba, anhelante, mi respuesta.
- Ah, bueno, si es así….
Cuando me fui, por la mañana, no estaba seguro de casi nada.
Sofia B. © 2014
domingo, 10 de mayo de 2015
MEMORIAS DE ÁFRICA (A Karen Blixen)
Ella tenía una granja en África.
Su corazón, era esclavo
del embrujo del alba
y el fuego del ocaso
sobre las colinas Ngong,
se instalaba en su alma
con cada atardecer.
Mimetizada con la estepa,
entre acacias soñaba,
sintiendo la armonía
que se adueña del espíritu,
con cada ocaso amarillo-naranja.
En ella convivieron
los sueños y las normas.
La férrea voluntad,
junto con la debilidad de ser mujer
en un mundo diferente.
Contadora de cuentos
-moderna Sherezade-,
narradora de historias vivas,
memorias de una eterna aventura.
Atrás quedaron granja y amor.
Él, al pie de una terraza nivelada,
en la que dos leones otean el horizonte
y guardan su descanso.
Ahora, el corazón de Karen
regresa cada noche al vuelo,
a visitar las colinas Ngong
en el crepúsculo, para narrar
nuevos relatos a Denis.
Sofia B. © 2012
viernes, 8 de mayo de 2015
MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ BARBERÁ (Marisú), poeta y pintora marinera
Castillo de Sancti-Petri (Chiclana)
LLEVAD MI VOZ HACIA EL MAR (GLOSA)
"Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera"
(RAFAEL ALBERTI)
¡Ay madre…! qué desconsuelo,
tengo con este sentir...
El alma, siento morir
y mi corazón es hielo.
No duermo y tengo desvelo
cuando me encuentro en la sierra.
¿Sabes, madre, qué me aterra?
Que aquí, en la serranía,
a mi mar, no más vería
si mi voz muriera en tierra.
¡Ay madre!... que yo quisiera
que si es mi voz apagada,
en silencio y tan callada,
porque mi vida perdiera,
que todos me lleven fuera…
Para mi voz escuchar
y otra vez pueda cantar,
no me dejen tierra adentro,
que para un feliz encuentro,
llevadla al nivel del mar.
¡Ay madre…! qué miedo siento
a que mi voz quede sola
sin que se acerque la ola
para llevarse mi aliento.
¡Quiero que lo empuje el viento!
No dejes que aquí me muera,
ni mi fosa en la ladera.
Llevad a la mar mi voz
—que querrá llegar veloz—
y dejadla en la ribera.
Mª Jesús Rodríguez Barberá
¡AY AMOR!
¡Ay amor…! si pudiera
ser siempre la invisible transparencia
para estar a tu vera
y beber de tu esencia
sin que nadie supiera mi existencia.
¡Ay amor…! que yo quiero
ser lucero que brille en tu almohada
con ramas de romero
y rosa perfumada
para hacerte la noche apasionada.
¡Ay amor…! quiero ser
la sábana que envuelve tu cintura
y verte estremecer
tan pleno de ternura,
porque yo soy tu fin y tu ventura.
¡Ay amor…! me lastima,
ser yo el mar y tú el cielo tan distante,
que nada me aproxima,
aunque estoy anhelante,
de estar siempre a tu lado palpitante…
¡Ay amor…! alas quiero…
y volar sobre el mar y por el prado,
para ser mensajero
de un corazón quebrado,
que espera impaciente, ser tu amado.
Mª Jesús Rodríguez Barberá
MI ÁRBOL PERENNE
¿Es un delirio que el calor te asfixie
cuando el otoño con sus lluvias llega?
Todo el paisaje se convierte en ocre
de hojas ya secas.
Fronda perenne, de algún árbol, soy,
que en el otoño su verdor perdura.
No quiero ser, cuando el invierno llegue,
triste y caduca.
Cierro la puerta de mi huerto en flor
para que preso, mi verano sea.
Frutos de versos, que sembré recojo
hechos poemas.
Sáficos, glosas y sonetos penden
de los frutales que, amorosa, riego.
Soy la hortelana que con mimo aleja,
fríos y hielos.
Quiero que huyan, huracanes, vientos…
No dejaré que los granizos quiebren
las ilusiones que en su savia lleva
mi árbol perenne.
Mª Jesús Rodríguez Barberá
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