(Con todo mi cariño y mi respeto, cuando ya se ha cumplido un año desde que te nos fuiste, quede aquí mi pequeño homenaje al hombre bueno e inmenso poeta. Allá donde estés, Juan, un abrazo)
Con las maletas llenas de tu nombre,
de tu voz, de tu aliento, de tu piel
voy por la vida convertido en hombre,
voy por el mundo con sabor a miel.
Me basta ese equipaje, es suficiente
para dar testimonio de que existo:
con tu sola presencia tiendo un puente
y es nuevo el corazón con que me visto.
El billete que tengo es de primera,
pues de primera son mis esperanzas;
y con tu compañía, compañera,
las ilusiones no se tornan lanzas.
Ya no pierdo el andén, no miro trenes,
no viene un revisor a echarme a tierra;
tus manos, tus caricias son mis bienes,
he cambiado por paz mi antigua guerra.
Viajo al fin con asiento y ventanilla,
ya tengo a dónde ir, ya llevo un rumbo.
Al calor de tu pecho y tu mejilla
me mantengo al timón, no me derrumbo.
Tú eres mi corazón, lo que me mueve,
eres mi meta, y eres mi equipaje.
Qué importa ya que llueva, qué que nieve,
si estás en mi camino y voy de viaje.
© Ballester, 2005
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