Mira, este río,
pintado en azules y grises.
Orillea a la par de mis pasos.
Se detiene a escucharme
desgranar mis historias.
Yo las dejo acunarse en su cauce;
¡y es mío este río,
y es ajeno, como tu amor.!
Se resiste a entregarse,
y fluye en paralelo a mis deseos.
Baña las orillas, donde soy
tierra y agua;
me nutre de reflejos plateados,
de luz de luna blanca; de aire
henchido de olor a vida…
Y mis lágrimas se funden con sus aguas
y bogan, en silencio, calmas,
peregrinas, al mar.
© Sofía Barral. Enero 2005
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