Poco a poco tejimos nuestra suerte.
Fue un dejarse, un sumirse en el silencio.
Un perderse, sumiso, en el desierto
camino, sin remedio, de la muerte.
Un hundirse en la hiel de la derrota.
Naufragar en los mares del infierno.
Ver helarse la vida en un invierno
que acomete y congela lo que toca.
Hoy ambos caminamos aturdidos,
ajenos a los tiempos de ventura
y en nuestro caminar, solo sentimos
ese temblor atroz, que nos augura
que todo aquello que un día vivimos
dejó de respirar; ya no perdura.
Sofía B. 20015 ©