Quedan ya pocas horas para la Nochevieja.
Un año más, el tiempo se escapa como arena entre los dedos.
Un año más se llega, como una promesa de todo lo soñado.
Imposible saber qué ocurrirá cuando, dentro de doce meses, venga el 2017 a ocupar ese espacio. Tal vez le esperaré ansiosa. El 2016 habrá de dejar añoranzas, pero también recuerdos a olvidar.
Ignoro que me reservará este nuevo año. Seguramente me abordarán los días llenos de momentos felices, pero también flotarán sobre mí aquellos otros, duros, difíciles de afrontar. Habrá de todo, alegría y tristeza, diversiones y lutos.
Ojalá que consiga plantar cara a todo ello con valentía y dignidad. Que los días buenos, sean el impulso preciso para seguir adelante. Que los días aciagos, sean motivo para luchar por mejorarlos.
Cada vez queda menos para ese momento único de cada año, en el que escuchamos en la tele las doce campanadas y tomamos las doce uvas (yo no) deseando y soñando que el año que comienza sea más generoso que el anterior.
Ojalá que en este nuevo año, el tiempo apueste a nuestro favor y nos regale momentos inolvidables. Que nos aborden maravillosos sueños, convertidos en realidad.
Apenas queda nada ya para las campanadas y solo puedo decir:
¡AMIGAS, AMIGOS, FELIZ 2016!