Has navegado, leve, por mi río.
Corriente mansa fueron
para ti sus aguas.
Yo naufragué en tus olas
de eterna tempestad
y mi barca, en desguace,
reposa en las arenas
de la indulgente playa,
que un día le dio abrigo.
Sofía B. ©
A veces, obviamente Dios no existe,
ni la tímida esperanza
de la vida futura,
la vida es fotosíntesis,
carne que muere, dolor de la carne.
y todos son los átomos,
su cruda disciplina.
Y en cuestión de materia y muerte
no existe razón sobre la vida
para que yo te ame.
A veces, sin embargo, Dios lo es todo,
con la misma fuerza que cuando no es nada,
y asoma el milagro de las plantas,
es obvio el sentido de los pájaros,
y las células tienen el detalle
de formarnos, de hacernos,
de componer la sonrisa
más allá del movimiento de las bocas.
Tiene sentido del día
y todo tiene un orden.
Entonces puede que exista la ternura,
y que algo de ese abstracto concepto
del que algunos culpan al átomo primero,
resida en ti.
Y hasta puede que exista una razón
oculta para los incrédulos,
-simple cuestión de fe -
para que yo te ame.
LOURDES CAÑELLAS HAMUD